La anécdotica historia del can llamado Hachikō ha enternecido desde hace varios años a quienes conocen su historia, un estándar de lealtad, amistad y paciencia.

Para quienes no conocen las historia del perro Hachikō se trata de un perro de raza akita inu, cuyo dueño Eisaburō Ueno un profesor de la Universidad de Tokio aceptó cuidar (o adoptar) al perro de su hija, rapidamente Hachikō logró ganarse el cariño del profesor, el can aprendió la ruta diaria de su nuevo dueño y lo esperaba en la estación en donde retornaba, Shibuya. Esta rutina que ya había pasado a ser parte de ambos, fue interrumpida el 21 de mayo de 1925 cuando el profesor Eisaburō Ueno sufrió un paro cardiaco.
A partir de esa tarde Hachikō se quedó frente a la estación esperando a su dueño, pasaron más de 9 años durante de la espera de Hachikō, en abril de 1934 fue erigida una estatua en su honor en la estación Shibuya; pero el 8 marzo de 1935 Hachikō fallece.

Sin embargo el departamento de agricultura de la Universidad de Tokio, mandó a realizar una estatua en donde finalmente el Hachi, se reune con su dueño. Aunque sus restos físicos se encuentran exibidos en el Museo Nacional de ciencia y naturaleza de Ueno en Tokio. Más allá del monolito junto a la tumba del profesor es un gesto símbolico dado a que fue mandado a hacer por el departamento de agricultura de la Universidad, lugar donde Ueno daba clases y hacía sus investigaciones sobre ingeniería agrícola.
